Hola lector.
¿Cómo has estado?
Todo ha cambiado desde la última vez que escribí, mi destino da vueltas como una ruleta y no ha caído en la casilla de la suerte. Pero puedo lidiar con eso.
Tal vez ya olvidaste aquella entrada, en este blog. Ya tiene tiempo desde que la borré.
Y si ya la olvidaste, quisiera que la retomemos y darle fin a aquella historia.
Te escribí para contarte que había entrado a la preparatoria, yo era un tipo y creo que sigo siendo algo timido, aunque termino conociendo siempre a todo el salón al finalizar el ciclo escolar.

En mis primeros días en el bachillerato me tomé el tiempo para conocer personas, fingía que tenía una vida única y sin ningún tipo de complejo. Creo que todas las personas pretendemos ser alguien diferente siempre que tratamos de encajar en un nuevo lugar.

En aquel entonces fue cuando conocí a una chica de ojos cafés y cabello negro, muy linda y con pulseras a millares.
Pase mis primeros meses de estudio junto a ella, todo era increíble hasta que mi timidez empezó a volver. 
Me alejé un rato y volteé a ver un trío de chicas, una chica con grandes lentes de armazón rojizo que combinaban con su cabellera, otra chica de cuerpo esbelto  con tonos mixtos rubios y la última con cabello negro entre lacio y chino que se espojonaba con a luz del sol. Ellas me guiaron el resto del ciclo.

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